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Analizando el antivalor de la mentira

La sociedad existe sólo cuando esta edificada sobre principios irrenunciables. Uno de ellos es el de la confianza mutua.

Vivimos con otros, en casa o en la calle, en el trabajo o en el autobús, en un parque o en un equipo de deporte, porque existe entre nosotros confianza mutua. Porque pensamos que hay respeto, honestidad, acogida. Porque creemos que el familiar o el amigo son sinceros.

Pero la confianza y toda la vida social quedan gravemente heridas al surgir una mentira. Porque la mentira implica engaño, traición, injusticia. Porque la mentira nace cuando uno quiere “usar” la buena fe de otros para satisfacer un pequeño gusto egoísta o para alcanzar una enorme “ganancia” a costa de los demás. “La mentira consiste en decir falsedad con intención de engañar” (San Agustín)

 “La mentira, por ser una violación de la virtud de la veracidad, es una verdadera violencia hecha a los demás. Atenta contra ellos en su capacidad de conocer, que es la condición de todo juicio y de toda decisión. La mentira es funesta para toda sociedad: socava la confianza entre los hombres y rompe el tejido de las relaciones sociales”

Estamos de acuerdo: la mentira provoca daños enormes, hiere profundamente la confianza entre los hombres. Pero... ¿cómo vencerla? ¿Cómo eliminar esa tentación continua que nos lleva a engañar, a manipular las palabras para conseguir una “victoria” (más dinero, un ascenso laboral), para desahogar la sed de venganza, para herir por la espalda a alguien.

La mentira inicia en el interior, en la ambición corrosiva, en el rencor siempre encendido, en la envidia, en la sed de venganza. Otras veces, la mentira nace desde un falso sentido de conservación: para ocultar un pecado, para evitar un castigo, para no desdibujar la buena imagen que otros tengan de nosotros.

Es decir, la mentira no es mas que miedo del que miente, quien practica la mentira como un medio de obtención de cosas esta diciendo soy incapaz, valgo tan poco que la única oportunidad que tengo de obtener algo es arrancarlo, tomarlo, robarlo. Como dijo Gandhi lo que se obtiene con violencia solo se puede retener con violencia, así ocurre con la mentira.

Al mentir, en definitiva, decimos sí al egoísmo. Es decir, nos hacemos un daño inmensamente más grande que el pequeño (pequeñísimo, porque siempre es miserable) beneficio que uno pueda conseguir con la mentira.

Cuando alguien te mienta observa en realidad cual es su miedo, ya que una persona mentirosa es alguien que no sabe y no tiene capacidad de ser real y autentico por tal motivo prefiere seguir siendo pobre y creer que con su mentira ha obtenido algún logro que lógicamente terminara perdiéndolo por no obtenerlo verazmente.

Para quien miente le espera una lección de vida al ver los frutos de ese acto que siempre llegan de una u otra forma ya que la vida no se queda con nada.  Para la victima de la mentira le queda practicar el perdón ante el miedo y falta de autenticidad de su mentiroso, tomar prevenciones en ciertos casos es prudente para no volver a ser victima, sino tu aprendizaje de vida es como manejar ese sentimiento contra el que te ofende.

El sabio aprende a manejar incluso las cosas malas para obtener un bien. Así pues retomando, si haz mentido no es más que una expresión de miedo y tu lección de vida es verificar porque vienen esos miedos que al final te repercutirán sino corriges en peores consecuencias. Y si haz sido victima de la mentira tu practica es ver tu capacidad de amor propio al aplicar perdón para no cargar con auto victimizaciones y si persistiera la mentira tu lección es como manejas esas emociones o sentimientos contra el mentiroso es un crecimiento de madurez interior.

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